viernes, 30 de enero de 2099

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domingo, 24 de diciembre de 2017

Plaza Mayor de Salamanca



Salamanca se halla situada a orillas del río Tormes, sobre tres colinas que confieren al centro urbano una estructura escalonada que culmina en la catedral. Este sector se encuentra centrado en la Plaza Mayor y presenta diversidad de formas y callejas irregulares.
El núcleo primitivo de la ciudad se elevaba sobre una loma que existía entre los arroyos de los Milagros y de San Pablo.
En lo más alto de la loma existía un alcázar dominando el puente romano por el que penetraba la Calzada de la Plata, principal eje viario que atravesaba toda la ciudad de norte a sur.

La muralla rodeaba este primitivo núcleo urbano y a su derecha, a espaldas de la iglesia mayor Santa María de la Sede, se abría una plaza, hasta el momento la más importante de la ciudad. En ella se hallaba instalado el mercado estable y por eso recibía el nombre de Zoco o Azogue viejo.

Pero dicho lugar iba a quedar pronto descentralizado ante el incipiente crecimiento de la ciudad, y debido a esto hubo que buscar un nuevo centro geográfico donde instalar, de nuevo, el mercado. Aquel centro surgió en la encrucijada de los caminos que llevaban tanto hacia Zamora como a Béjar en donde ya existía una plaza o corral a espaldas de la importante parroquia de San Martín, plaza que pronto asumió el puesto de mercado.

En esta denominada Plaza de San Martín se daban una serie de circunstancias que hacían fácil su acceso como el hecho de que era un punto equidistante de todas las puertas de la muralla y en el confluían prácticamente todas las calles de la ciudad. Por tanto esta Plaza de San Martín fue el origen de la actual Plaza Mayor de Salamanca. En ella se instaló el mercado estable, con toda clase de mercaderías.



Pero este proceso de traslado del mercado y eventos sociales por parte de los comerciantes y habitantes de la ciudad fue lento y duró prácticamente toda la Edad Media. Sin embargo el Concejo fue más rápido ya que debió trasladar su lugar de encuentro de la Puerta del Sol a la Plaza de San Martín muy tempranamente aunque la Casa Consistorial no se levantó, por orden de los Reyes Católicos, hasta 1.485.

El hecho de que los eventos sociales como festejos y espectáculos públicos se celebraran en esta plaza influyeron de manera decisiva en la creación de una Plaza Mayor; lo cual hacía necesario crear un espacio digno de los festejos y acontecimientos y multiplicar el número de claros y balcones done albergar el creciente número de espectadores.
El 10 de mayo de 1.729 comenzaban las obras de acondicionamiento de la nueva Plaza Mayor de la ciudad de Salamanca, según una cédula de Felipe V en la que concedía el permiso para comenzar las obras.

El Consejo de Castilla había mandado órdenes muy precisas sobre saneamiento, empedrado y rectificación de las calles y plazas de la ciudad salmantina, adelantándose en más de medio siglo a la política reformista que llevaría a cabo Carlos III, aunque el promotor fundamental de la creación de esta nueva plaza fue el corregidor Rodrigo Caballero y Llanes, hombre dinámico y con una mentalidad racionalista e ilustrada, que se interesó no sólo por los problemas de fortificación militar sino también por el urbanismo de esta población.

A pesar de que el rey Felipe V había concedido el permiso para la construcción de una nueva plaza, el elevado coste que iba a suponer su construcción no hacía posible que la corona se hiciera cargo de la obra, luego la iniciativa de su construcción no se debe al monarca sino al Ayuntamiento de la ciudad, que sufragó la parte económica.
Rodrigo Caballero ordenó al arquitecto Alberto de Churriguera, maestro mayor de la catedral, alzar la nueva plaza. Se tomaron como modelos célebres de ordenamiento urbano en España La Plaza Mayor de Madrid, la del Ochavo en Valladolid y la de Cuadrado o Corredera de Córdoba; conocidos los orígenes medievales de la plaza mayor española, en la que se entrecruzaban influencias musulmanas y francesas y que pasaron a ser meros lugares en donde se celebraban mercados para convertirse en foros de reunión  y de celebración de espectáculos.



La plaza mayor se convirtió en la confluencia de los principales ejes viarios y necesitó de la existencia de soportales abiertos en la planta baja de sus casas para albergar los puestos de mercado y de multiplicidad de pisos y balcones para acoger al mayor número de espectadores. Pero fue la  Plaza Mayor de Madrid la que sirvió de arquetipo principal a la de Salamanca, tanto por su antigüedad como por su belleza.
Además no hay que olvidar que el arquitecto encargado de las obras era madrileño y, por tanto, conocía la plaza de su ciudad natal. Aunque por lo tardío de sus obras como por una serie de características es la plaza de Córdoba la que más se asemeja a la de Salamanca.

Aunque el maestro Churriguera había firmado los planos de esta nueva plaza en 1.728, no obtuvo el nombramiento de maestro Mayor hasta un año más tarde. A él se debe la finalización de las obras de la catedral nueva de la ciudad salmantina y se esforzó en proyectar la Plaza Mayor con la mayor regularidad, así pues, trató de que su planta se acercara a un cuadrado perfecto pero no lo logró, ya que por  uno de sus lados se encontraba la iglesia de San Martín y por otro las casas del mayorazgo, intocables, por aquel entonces, según la legislación.

Los planos de la planta general de la plaza, firmados en 1.741, son los primeros que se conservan en el archivo del Ayuntamiento de Madrid y son obra de Manuel de Larra Churriguera, que sigue la idea inicial de su tío Alberto de Churriguera. Éste que había nacido en Madrid en 1.676, contaba cincuenta y tres años cuando se hizo cargo de la construcción de la nueva plaza. Intentó que en el lado norte de la misma las casas se alinearan de forma regular y colocó en el centro la nueva y amplia Casa Consistorial y además, redactó once condiciones, que aún se conservan, sobre las cuales se habrían de  edificar los dos primeros pabellones de la plaza. En ellas se describen las líneas fundamentales de la construcción en lo concerniente a cimientos, sótanos, bodegas, paredes maestras y fachadas. 
Los pórticos y fachadas que miraban al recinto de la plaza debían hacerse, en sus cuatro primeras hiladas, con piedra de La Pinilla y de allí en adelante con piedra franca de Villamayor, incluidos los arcos, las ventanas, moldutras, bustos y estatuas. Los balcones corridos habrían de ser de hierro labrado; la techumbres de los soportales se formarían con vigas de pino de Navarredonda, alternando con bovedillas.



Las paredes maestras de las casas serían de mampostería tosca y los tabiques interiores de ladrillo, mientras que los forjados serían de yeso. La ejecución de la primera fase, que dirigió personalmente Alberto de Churriguera se cumplió con absoluta fidelidad al proyecto original del arquitecto.

Al poco tiempo de comenzar las obras, un joven arquitecto, el gallego Andrés García de Quiñones mandó un memorial al entonces alcalde de la ciudad proponiendo ser él quien se hiciera cargo del frontis del Pabellón Real; siendo su dibujo del proyecto mucho más aparatoso y recargado que el que había creado el maestro mayor de las obras que quiso un espacio con la clara misión de servir a la ciudad  y a sus necesidades mercantiles, festivas y de tráfico, así como asentar la sede del Concejo. Por esto en su proyecto inicial apenas hay referencias a la corona; en cambio lo que si adquiere una gran importancia es la Casa Consistorial cuyo edificio preside la plaza.



Fue la ciudad quien costeó por entero la construcción de su Plaza Mayor, ya que el solar pertenecía a la misma por lo que solo permitió construir a los particulares que tenían derechos adquiridos anteriores al comienzo de las obras. Por tanto no es de extrañar que el edificio del Ayuntamiento destaque, arquitectónicamente por encima de los que se construyeron en torno a la plaza. Pero por deferencia con la corona, cuyo respeto y veneración estaban, por entonces, muy arraigados en los sentimientos del pueblo, se admitió que las armas reales presidieran un lugar destacado en uno de los pabellones, junto con la imagen de San Fernando, patrono de la monarquía española.

La plaza pues, acoge las efigies de los reyes que aparecen en los medallones de los lienzos y por esta razón éstos recibieron el nombre de Pabellón Real. Abarcan de izquierda a derecha la serie completa de los monarcas castellanos, desde Alfonso XI hasta Frenando VI, y el retrato de Felipe V que se repite  ya que éste gobernó dos veces: la primera antes de abdicar en su hijo Luis I y la segunda después de la muerte prematura de éste. Este conjunto de medallones se concibió más que como un ensalzamiento de los reyes como una evocación de la historia de España.

Una vez finalizada la construcción del Pabellón Real comenzó el de San Martín, donde se realizaron medallones en memoria de algunos héroes de nuestra historia como guerreros, capitanes, descubridores o conquistadores.


El escultor Alejandro Carnicero fue el encargado de esculpir las efigies de los reyes en los medallones del Pabellón Real. Estos iban policromados y dorados de los que todavía se conservan claros vestigios. Parece ser que este mismo escultor fue quien realizó la serie de medallones del Pabellón de San Martín, aunque no hay documentación al respecto que lo acredite. 
En relación con los materiales empleados en la primera fase de la obra no fueron excesivamente costosos, ni siquiera para el revestimiento del Salón Consistorial del Ayuntamiento.
Sólo hay constancia de que en 1.752 se adquirieron seis piezas de mármol para tallar en ellas los escudos de las casas reales y de la ciudad con destino a la fachada de la Casa Consistorial. En este primer período de construcción que va desde 1.929 hasta 1.733, fue el Ayuntamiento de la ciudad quien se hizo cargo del coste en su totalidad, siendo en este año 1.733 cuando  el Concejo decidió la creación de un nuevo edificio para su ubicación, ya que el viejo no estaba en consonancia con la belleza de los dos lienzos ya construidos en esta plaza. Para conseguir este fin se ordenó a los propietarios de las casas particulares que levantasen las nuevas fachadas en consonancia con las ya existentes, cediendo, si fuera necesario parte de su propiedad para hacer la construcción el línea recta y, en caso de no disponer de medios para hacerlo, vendieran sus viviendas a la ciudad.

Ante esta complicada situación, la Cámara de Castilla respondió que no permitiría la licencia para continuar con la nueva obra hasta que se consiguiese el consentimiento de todos los propietarios interesados en la construcción de las casas situadas en las aceras que faltaban. Por tanto y en espera de que aquellos mostraran su conformidad, las obras quedaron interrumpidas desde 1.733 hasta 1.750. Por entonces el Ayuntamiento no se hacía cargo de la totalidad de los gastos sino que se limitaría a intervenir sólo en los casos en que los propietarios particulares no pudieran o no quisieran levantar sus fachadas según el proyecto inicial del maestro de obra aprobado por el Consejo de Castilla.



Para esta fase de la obra se nombró al arquitecto gallego Andrés García de Quiñones maestro mayor por ser su proyecto preferido al de Manuel de Larra Churriguera, finalizándose la obra en 1.756.

La Casa consistorial, retocada varias veces, se proyectó en 1.745 en el lado norte de la plaza. El edificio es un palacio barroco que destaca sobre la horizontalidad de la plaza y rompe su uniformidad, al mismo tiempo que  centra la atención en el lado permanentemente soleado. Tiene pórtico inferior, balcón presidencial en la segunda planta, fuerte molduración de las impostas a modo de cornisa y tercera planta, que como la segunda abre las ventanas bajo frontones. En 1.752 se alzó la espadaña ocupando del centro de la balaustrada, siguiendo las líneas maestras de la originaria proyectada por García de Quiñones, y en los huecos se colocaron tres campanas fundidas obra de  Salvador Raurel.


A sus pies se instaló la esfera de un reloj. Que más tarde sería ocupada por el reloj de la iglesia de San Martín.
Junto a la espadaña se alzaron cuatro esculturas en representación de la Agricultura, el Comercio, la Industria y la Astronomía, que fueron esculpidas por el profesor de dibujo de la Escuela de Bellas Artes de San Eloy, Isidoro Celaya.
La espadaña del Pabellón Consistorial, realizada por el arquitecto salmantino Tomás Cafranga, fue el último remate en 1.852. Casi cien años tras su cierre como Plaza. Se pueden ver sobre ella cuatro figuras alegóricas de las virtudes cardinales (que no se han de confundir con la representación de la Agricultura, Industria, Comercio y Astronomía que aparecen a un nivel inferior).

La plaza cuenta con ochenta y ocho pórticos de medio punto  sobre fuertes pilares, con medallones tallados en piedra franca, que parecen estar pintados de mármol blanco.
A partir de 1.967 se puso en marcha de nuevo el proyecto municipal de ir rellenando algunos de estos medallones que permanecían vacíos, prevaleciendo  el criterio de encargarlos a diferentes artistas salmantinos. Éstos serían dedicados a aquellos personajes ilustres vinculados a la ciudad de Salamanca, bien por nacimiento, bien por presencia en ella, o por la repercusión de la ciudad en la obra literaria del personaje en cuestión.
El museo de la ciudad conserva los proyectos de Alberto de Churriguera para la plaza y la maqueta de Andrés García de Quiñones, en la que se presentaban dos cúpulas que no 
llegaron a realizarse pues el maestro Churriguera defendió que no había una base lo suficientemente fuerte para soportar el peso de dichas torres (dicho proyecto de éstas, se aprovechó para la fachada de la Universidad Pontificia, también conocida en la ciudad por La Clerecía).

La Plaza Mayor de Salamanca pertenece por entero a la tipología de la plaza tradicional castellana, como la de Valladolid, Madrid o Córdoba, pero a diferencia de éstas, renacentista la de Valladolid, herreriana la de Madrid y barroca la de Córdoba, el estilo de aquella corresponde al barroco tardío y algo más exuberante que el de la Plaza de la Corredera de Córdoba.

Por todo ello, la plaza salmantina ha merecido los elogios más unánimes de cuantos se han ocupado de ella, estando considerada como la más bella de España y una de las más hermosas de Europa.

La literatura española posee numerosas alusiones a la Plaza Mayor de Salamanca y de su entorno, donde se encuentran descripciones destacadas como la del escritor bilbaíno Miguel de Unamuno. La evolución de la plaza, tras su construcción, pasó por diversas épocas de transformación en su mobiliario. Se diseñaron e hicieron para su adorno jardines en su centro, farolas, quioscos. Hubo tráfico rodado que, finalmente, fue suprimido en los años setenta. En el año 1.935 fue declarada  Monumento Nacional por ser la más decorada, proporcionada y armónica de todas las de su época. Asimismo, en 1.973 fue considerada Monumento Histórico-Artístico. La plaza cumplió su 250 aniversario en los albores del siglo XXI.

Miguel de Unamuno llegó a decir de ella:
«Es un cuadrilátero. Irregular, pero asombrosamente armónico».



Placa conmemorativa en la Plaza Mayor de Salamanca ubicada debajo de la espadaña del "Pabellón Real", en la que se menciona a Rodrigo Caballero y Llanes como promotor del proyecto. Siendo la fecha de finalización de la obra la del 3 de marzo de 1733.


Una bella estampa de la plaza en una fría noche de invierno que está nevando con fuerza.


         Fachada del Consistorio. Trabajo de Nieves Rivas

jueves, 5 de octubre de 2017

Acueducto de Segovia


El inmenso acueducto romano del siglo I sirve de emblema, de orgullo, de atracción turística y aún de escudo heráldico a una ciudad sin embargo profundamente medieval cuyo rico patrimonio monumental nos recuerda que fue importante plaza fuerte cuando la frontera entre cristianos y musulmanes pasaba por las cumbres de la sierra de Guadarrama, y jugó más tarde un importante papel en las guerras internas de la Castilla de Isabel la Católica y Carlos I.



Los acueductos son, posiblemente, los símbolos más ostensibles de la civilización romana pero su propia naturaleza hace que sean uno de los más escasos. Pocos de los muchos que en tiempos del Imperio hacían más confortable la vida de sus ciudades han sobrevivido hasta nuestros días; aún menos lo han hecho en perfecto estado de conservación y uso.

Por este de Segovia no ha dejado de correr el agua desde los tiempos de su construcción, que coincide, al parecer, con los primeros del Imperio. 
A falta de datos más concretos, la comparación con el acueducto romano de Aqua Claudia, técnicamente muy similar y fechado entre los años 38 y 52, así como las recientes excavaciones realizadas en su entorno, han permitido aventurar una fecha de construcción cercana al año 50 de la era cristiana, reinando, por tanto, el emperador Claudio.


Los ingenieros romanos habían alcanzado en esta época una perfección técnica tal, que realmente no se detenían ante dificultad alguna. La traída de aguas a la ciudad de Segovia desde el arroyo Acebeda, al pie del puerto de la Fuenfría, implicaba una canalización de 18 Km que debería salvar, en su tramo final, el ancho valle del río Clamores, sobre el cual se alzaba el espolón rocoso que servía de asentamiento a la ciudad. La solución fue soberbia: dos arcadas superpuestas, sostenidas por 128 pilares y alcanzando casi 30 metros de altura, se extienden de lado a lado sobre la hondonada que hoy ocupa la plaza del Azoguejo, con una longitud total de 813 metros.



Ni un gramo de argamasa se utilizó para sostener esa inmensa masa de piedra, sobre la cual discurre el agua por un canal que en su origen fue de madera y tuvo 30 x 3o cm de dimensiones.

Tras largos siglos de olvido, una restauración realizada en 1484 por iniciativa de los Reyes Católicos permitió que el agua volviera a fluir por él, esta vez por un canal de piedra que fue a su vez sustituido entre los años 1929 y 1930 por otro de cemento.


En la actualidad, sin embargo, este acueducto está lejos de tener asegurada su supervivencia, amenazada, no ya por guerras o abandonos, sino por la contaminación que altera la sólida piedra con la que fue construido y por el tráfico, cuyas vibraciones ponen en peligro el delicado equilibrio de sus arcos impecablemente ensamblados.

La ciudad vieja de Segovia y su acueducto fueron declarados Patrimonio de la Humanidad en 1985.

lunes, 28 de agosto de 2017

Catedral de Santiago


La ciudad del apóstol Santiago, destino de los numerosos peregrinos que a lo largo de los siglos han recorrido los caminos que les guiaban hasta la tumba del santo, tiene una historia que corre en paralelo con la de su catedral, que no en vano alberga el sepulcro del santo.
La tradición cuenta que la tumba con los restos del santo la descubrió en los albores del siglo IX el obispo Teodomiro gracias a que una luz misteriosa le indicó el lugar exacto en donde se hallaba: un pequeño templete de mármol oculto entre la espesa vegetación del bosque.

El rey Alfonso II "el Casto" mandó levantar un pequeño templo en el lugar del hallazgo que fue ampliado por su sucesor el rey Alfonso III "el Magno", cuando ya la fama milagrosa del santo se extendía fuera de las fronteras del reino. Para este segundo templo, consagrado en el año 899, se trajeron, según consta en el acta de consagración <piedras de mármol, transportadas de tierras de moros, para embellecer la puerta principal> y en la misma se habla de las numerosas columnas, basas y capiteles que adornaban la primitiva iglesia <llevadas en naves desde la población llamada Portucalense>. Era un templo de tres naves con un gran ábside presidido por un gran pórtico en forma de arco triunfal apoyado sobre pilastras. La capilla mayor se puso bajo la advocación de San Salvador, y estaba flanqueada por otras dos dedicadas a San Pedro y a San Juan.

Alrededor de la basílica y gracias al incremento en el número de peregrinos fue surgiendo un importante núcleo urbano que no llegó a perder su auge ni siquiera tras la invasión de Almanzor, que destruyó y saqueó el templo.
Reconquistado el poder por los cristianos, y siendo la ciudad un floreciente burgo, el obispo Diego de Peláez decidió levantar una gran catedral. La obra se empezó en el año 1075 y finalizó en 1211.


Los siguientes siglos, sobretodo el XIV y el XV no fueron muy fructíferos para la ciudad. 
Las frecuentes revueltas de campesinos frente a una aristocracia cada vez más poderosa, desataron numerosas luchas, con sus correspondientes represiones, que retrasaron el desarrollo creciente de la burguesía. Pero, en  cambio fueron momentos de esplendor para la iglesia, que salió reforzada de los enfrentamientos gracias a que una de las familias más poderosas de Galicia, los Fonseca, que aportó tres obispos sucesivos a la sede compostelana.
Éstos, sobretodo Alfonso de Fonseca II, contribuyeron al gran desarrollo de la ciudad de Santiago de Compostela.

En los siglos siguientes y ante las invasiones de ingleses primero y franceses después, las reliquias del santo fueron puestas a buen recaudo en lugar seguro, lo que tuvo como consecuencia la disminución drástica de peregrinos, que no volvieron a visitar en masa la catedral hasta la restauración de los restos del santo en su tumba en el año 1879.


La gran catedral compostelana ocupa un área que supera los 8.000 m²; siguiendo el famoso códice Calixtino sabemos que ya en el siglo XII cuenta con nueve naves inferiores y superiores; seis son más pequeñas y tres grandes.
La primera y principal es la que se extiende desde la puerta principal hasta los cuatro pilares que sostienen la iglesia, y a sus lados tiene dos naves pequeñas. Las otras dos grandes se hallan en los dos miembros; una y otra tienen dos pequeñas naves a los laterales.

Las tres naves principales se elevan hasta el cielo de la basílica, pero las otras seis pequeñas solo se elevan hasta los arcos del medio (así es como llaman los tallistas de piedras a los dobles pilares que sostienen los arcos del triforio).

Una serie de pilares que descansan sobre pedestales, en unos casos cuadrados y otros redondos, que separan la nave central de las laterales. Sobre las pilastras, recorriendo las naves aparece un triforio con arcos gemelos profusamente adornados.
Las tres grandes naves se cubren con bóvedas de medio cañón sobre arcos fajones que se apoyan sobre los capiteles de las pilastras, y las bóvedas de las naves laterales son de arista entre fajones.
Rodean el templo veinticinco capillas y la actual cúpula gótica de crucero sustituye a la linterna románica originaria.
La cabecera está formada por cinco capillas románicas cubiertas por bóvedas de aristas cruzadas.


Pero lo más impresionante de la catedral compostelana no es el interior, a pesar de lo extraordinario de sus dimensiones, sino el exterior, y sobretodo sus magníficas portadas, a cual más espectacular: <tres portadas principales y otras siete pequeñas tiene la misma iglesia: una mira al occidente, es la principal, otra mira al mediodía y otra al norte. En cada una de la portadas principales hay dos entradas y en cada entrada dos puertas> así consta en el códice Calixtino. 

La que mira al occidente es el Pórtico de la Gloria, realizada por el maestro Mateo en el año 1188, que escenifica el triunfo de Cristo. Los relieves y esculturas fueron originalmente polícromos, pero hoy tan sólo quedan algunos restos de pinturas. En el partiluz de la portada central, el sitial de honor, está representado por Santiago sedente con el cayado de peregrino.


En las jambas hay estatuas de los profetas y apóstoles y en el tímpano aparece la imagen de Cristo en su Majestad, flanqueado por los evangelistas y rodeado de ángeles. En las arquivoltas se puede ver a los veinticuatro ancianos del Apocalipsis tocando diversos instrumentos.

En la portada de la izquierda están esculpidos profetas y otros personajes del Antiguo Testamento, y en el de la derecha aparecen santos y figuras que representan a los vicios y las virtudes. Precediendo a este pórtico se encuentra la famosa fachada del Obradoiro, obra de mediados del siglo XVIII de Fernando Casas y Novoa. 

Éste, tomando como punto de partida la torre de las campanas, levantada en el siglo XVII, proyectó la actual fachada a modo de inmenso retablo dedicado al Apóstol.
Los tres cuerpos que la conforman están ricamente ornamentados con columnas, molduras y esculturas con las imágenes de Santiago y sus discípulos.
La figura del santo, en traje de peregrino, aparece en lo alto del cuerpo central y, en el plano inferior, un relieve de su tumba rodeada de ángeles, reyes y santos.

La segunda torre, la de las carracas, alcanza, como la de las campanas, una altura de setenta y seis metros.
Desde la entrada al templo se puede acceder a la llamada Catedral Vieja, una iglesia subterránea del siglo XI con dos naves, crucero y ábside, en la que coexisten elementos románicos y góticos, con precoces bóvedas que descansan sobre columnas y una significativa ausencia de arcos apuntados.

Lo más bello son los capiteles del maestro Mateo, que en palabras de López Ferreiro, destacaban por el prodigioso cincel que jugaba con la dura piedra como con una masa de arcilla plástica.

Capiteles de la llamada "Catedral Vieja" de Santiago

La portada que mira al mediodía se abre en la fachada de Platerías, que se construyó en los primeros años del siglo XII, de la que ya encontramos valiosa información en el códice Calixtino; en esta portada hay once columnas, cinco en la entrada de la derecha y cinco en la de la izquierda, y la undécima entre ambas entradas separando los tímpanos.

Tales columnas son unas de mármol blanco, otras de piedra y tienen en ellas esculpidas imágenes, flores, hombres y animales. No debe dejarse en el olvido que en una de ellas hay una figura de mujer al lado de la tentación del Señor, la cual tiene en sus manos la fétida calavera de un amante suyo, a quien se la cortó su marido y que le obligaba a besarla dos veces por día.

La portada que vemos está formada por dos cuerpos; el inferior de doble portada, está delicadamente esculpido con esculturas de gran naturalismo que representan escenas del Antiguo Testamento. Los tímpanos se conservan en su antiguo estado, aunque algunas imágenes han sido restauradas.
Se pueden observar a la derecha temas relacionados con la pasión y a la izquierda las tentaciones de Cristo.
Los tímpanos descansan sobre ménsulas con cabezas de animales bajo arcos polilobulados y arquivoltas decoradas con motivos vegetales. Todo ello se remata con una balaustrada del siglo XVII.

La portada que mira al norte, según el códice, hoy en día son dos: una es pórtico real, en la portada de la Azabachería y la otra la llamada puerta santa. En el primer caso es un notable ejemplo de barroco compostelano del siglo XVII, obra de José de la Peña de Toro, con cuatro gruesas columnas y un floreado ático; la segunda, de principios del siglo XVII, es una entrada sencilla, de dos cuerpos decorada con piezas románicas procedentes del antiguo coro catedralicio.


La llamada "puerta santa" 
Ésta solamente se abre cuando se celebra el "año santo Xacobeo", que se asigna así solamente cuando coincide la festividad del 25 de Julio en domingo.

En el cuerpo superior aparecen estatuas de Santiago en el centro y las de sus discípulos Atanasio y Teodoro a ambos lados; obra del escultor Pedro Campo de finales del siglo XVII.

El interior de la catedral nos muestra toda la belleza de un románico austero y sobrio.
La planta, de cruz latina, tiene noventa y siete metros de longitud por setenta y cinco de ancho y consta de tres naves divididas en diez tramos. Están separadas por medio de arcos de medio punto que se sustentan sobre pilares de planta cruciforme formados por medias columnas adosadas.

A la impresionante nave central, más ancha y alta que las laterales, se asoma una tribuna de elegantes ventanales calados. El conjunto está cubierto por bóvedas de cañón y rodeado de un magnífico triforio. Sobre el crucero se alza una cúpula de treinta y dos metros de altura construida entre 1384 y 1445. En las grandes solemnidades, mediante un ingenio mecánico que sujeta una maroma, pende de ella el gigantesco incensario o "botafumeiro", que se guarda, habitualmente, en la biblioteca. El cual se utilizaba originalmente para perfumar y contrarrestar el cargado ambiente que producía la gran muchedumbre que visitaba el templo; su uso se remonta a los primeros tiempos de la catedral, pero su rítmico vaivén sobre el crucero hace que se haya convertido en una de las escenas más esperadas de los ritos jacobeos.

Incensario o "botafumeiro" de la catedral

La Capilla Mayor, construida en el siglo XVII, tiene un altar churrigueresco donde aparece la imagen sedente del Santo, que data del del siglo XIII, en piedra pilicromada.
Otras capillas interesantes son la del Cristo de Burgos, del siglo XVII; la de Santa Catalina, que conserva tumbas de los siglos XV y XVI; la de San Andrés, de estilo barroco; la de la Corticela, que posee una bella portada románica del siglo XIII, en la que se encontraron tumbas paleocristianas y visigodas; la de San Bartolomé, cuyos capiteles fueron decorados por el maestro Mateo; la de San Salvador, origen del actual templo, con un hermoso retablo policromado plateresco y la capilla de Mondragón, que alberga una notable reja del siglo XVI.

Por último, no debemos abandonar la catedral compostelana sin detenernos un momento a observar su elegante claustro del gótico florido, visitar el Panteón Real, en donde se encuentran algunas tumbas reales de los siglos XII y XIII, y recorrer los museos, lo que nos permitirá contemplar piezas de gran valor histórico y artístico.




miércoles, 31 de mayo de 2017

Iglesia de San Salvador (Iglesia de la Sangre derramada)


La Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada o Iglesia de la Resurrección de Cristo (en ruso: Храм Спаса на Крови) es una iglesia de San Petersburgo, situada en la orilla del canal Griboyédova (nombrado en honor de Aleksandr Griboyédov) cerca del parque del Museo Ruso y de la Avenida Nevski.



Fue construida sobre el lugar donde el Zar Alejandro II de Rusia fue asesinado, víctima de un atentado el 13 de marzo de 1881. Durante la Segunda Guerra Mundial y el bloqueo de la ciudad, una bomba cayó encima de la cúpula más alta de la iglesia. 




La bomba no explotó y estuvo dentro de la cúpula de la iglesia durante 19 años. Sólo cuando los obreros subieron a la cúpula para remendar las goteras, la bomba fue encontrada y retirada. Entonces se decidió comenzar la restauración de la Iglesia de la sangre derramada.
Después de 27 años de restauración, la Iglesia de la sangre derramada fue inaugurada como museo estatal donde los visitantes pueden conocer la historia del asesinato del Zar Alejandro II.




Una muestra de la riqueza de los frescos que alberga en su interior. Los mosaicos son de suma importancia en la decoración de la Iglesia de la Resurrección, formando una de las mayores colecciones de mosaicos monumentales de Europa.

miércoles, 19 de abril de 2017

Castillo - Palacio de Magalia


Castillo - Palacio de Magalia, está situado en un enclave natural privilegiado, en un elevado punto de formación granítica desde donde se domina la localidad de  Las Navas del Marqués en Ávila.



 Construido por mandato de Don Pedro Dávila y Zúñiga, señor de Navas, con ocasión de la concesión por el emperador Carlos del marquesado de Navas, en la primera mitad del siglo XVI, en torno a 1533 - 1540. Aunque los orígenes de estructuras defensivas en este espacio son anteriores, como lo demuestra la Torre del Homenaje del siglo XIII, levantada para defender la retaguardia en el llamado proceso de Reconquista.
D. Pedro Dávila y Zúñiga, Quinto Señor de Villafranca y Tercer Conde del Risco, será el Primer Marqués de Las Navas. Un privilegio que le otorga Carlos V en 1533 por la ayuda prestada a la Corona ante los levantamientos comuneros.

Tras este nombramiento, él y su esposa, María de Córdoba, ordenarán la construcción del Castillo Palacio Magalia y el Convento de los Dominicos. El castillo pronto se convertirá en centro político y administrativo del marquesado y de la villa.

Estuvo habitado durante dos centurias por los descendientes de su primer marqués, hasta que éstos entroncaron con los Medinaceli, en el siglo XVIII, y pasaron a vivir más cerca de la Corte.
Así, el castillo fue poco a poco deteriorándose hasta que, a comienzos del siglo XX, en 1906, fue vendido a la Unión Resinera Española (Luresa) junto con los terrenos de la villa. En 1946 fue donado a la Sección Femenina, que lo convirtió en escuela de magisterio. Una vez que esta Secretaría General desapareció, en 1976 sería transferido al Ministerio de Cultura. Actualmente es uno de los pocos monumentos históricos que se ofrecen en España para seminarios, congresos, encuentros y todo tipo de reuniones culturales y científicas, pues sus instalaciones adaptadas al presente garantizan un espacio de comodidad para combinar trabajo y descanso.


Mitad castillo, mitad palacio, exteriormente se destaca por sus elementos fortificadores, coronados por dos grandes torreones defensivos, mientras que su interior se ofrece como refinado palacio renacentista de habitación y recreo. Con la apariencia exterior de un castillo y el refinamiento interior de un palacio renacentista, el edificio fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1931. En 1985 se adscribió al Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música del Ministerio de Cultura.

 La fachada principal anticipa la calma que se respira en el interior, con sus cuatro balcones volados, ventanas renacentistas y puerta de entrada de medio punto, que da acceso a un espacioso zaguán con majestuosos escalones de piedra.




Posee estancias alrededor de un hermoso patio renacentista de dos pisos.




sábado, 25 de marzo de 2017

Chaumukha Mandir, templo Jainista de Ranakpur, India

Ranakpur es una pequeña localidad y un conjunto de templos cerca de la ciudad de Sadri en el distrito de Pali del Rajantán, al oeste de la India.
Esta localidad es conocida principalmente por el templo jaina de mármol, considerado uno de los templos más espectaculares de esta región y uno de los más grandes y bellos de la India. Es conocido por el templo de las cuatro caras o templo de Adinath. 







Hay también en la zona un pequeño templo solar dedicado al dios Suria, que gestiona la familia real de Udaipur y fue construido en el siglo XII, aunque sería destruido y reconstruido en el siglo XV.


El templo jaina Chaumukha está dedicado a Adinatha, el 24º y último tirthankaras (deidades omnipotentes y omniscientes) del jainismo, considerado el último reformador de esta religión en el presente ciclo de tiempo.
El jainismo es una religión de la India que surge en el siglo VI ac. por Mahàvira, contemporáneo de Buda. Éste al igual que el budismo surge como una reforma dirigida contra el brahmanismo. Su principio fundamental es el ahimsâ, es decir, la no violencia respecto a todas las criaturas. En el plano lógico adopta la aptitud de la ankântavâda (pluralidad de los aspectos de la realidad), según la cual es imposible la afirmación absoluta. Los fundamentos de la moral jainí se asientan en tres pilares o "las tres joyas": la de la verdadera visión, el recto conocimiento y la recta conducta. Así como también defiende la "aparigraja" (desapego de lo material). La creencia en la igualdad de todos los seres permite a los jainíes compartir la mesa de cualquier persona. Sus órdenes ascéticas están abiertas a todos sin distinción de clases. El vegetarianismo es el modo de vida para un jaima, teniendo su origen en la no violencia y la compasión por la vida. Consumen solamente seres sin sistema nervioso, principalmente del reino vegetal, aunque también incluyen leche en su dieta.



La construcción de este templo está bien documentada en un plato de cobre del año 1437, así como por la inscripción en una columna cerca del santuario principal que indica que en 1439 Deepaka, un arquitecto construyó el templo bajo las órdenes de Dharanka, un devoto jaina. Cuando la construcción del suelo estuvo completada se realizaron varias ceremonias que se describen como en el Soma-Saubhagya kavya en Sánscrito. El templo se renovó periódicamente. Algunas familias patrocinaron la construcción de "devakulikas" (pequeños santuarios jainas) y "mandapas" (estructuras cubiertas sobre pilares), confeccionando así el conjunto de templos.



La construcción duró unos cincuenta años.
El templo Chaumukha está sostenido por 1444 columnas, todas y cada una son diferentes. Está compuesto por cuatro capillas menores, unas veinticinco salas de cuatrocientas columnas cada una, e inmensas cúpulas para sostener. En la sala donde se desarrollaban las asambleas se encuentran las dos campanas de más de una tonelada cada una. 


Uno de los rasgos más importante es el impresionante juego de luces y sombras que producen los rayos del sol sobre las columnas a distintas horas, a lo largo del día, que hace cambiar el color de las columnas y de las esculturas desde un dorado hasta un azul pálido.
Se encuentra a 170 km al noroeste de Mount Abu, y está construido enteramente en mármol blanco ricamente tallado. Su planta es cruciforme, no longitudinal como la mayoría de los templos indios. Tiene cuatro entradas, una por cada lado (que, al parecer, simbolizaban los cuatro puntos cardinales), que conducen a través de vestíbulos con columnas, a una cámara central con la imagen de Adinath. Está completamente rodeado por una fila de capillas, 86 en total; numerosas columnas y capiteles finamente esculpidos sujetan su techumbre, coronada por una veintena de dornos y cinco cúpulas.


Está realizado en dos o tres niveles y cuenta con veintinueve salas sobre una superficie total de 4300
. Sus bóvedas y agujas reposan sobre 420 columnas talladas. El techo está rodeado por un parapeto almenado de mármol y es la base de un segundo nivel, sobre el que se levantan pórticos, cúpulas y Shikahara.
Toda esta arquitectura está profusamente cubierta con esculturas, semejando un trabajo de encaje más que un edificio de piedra labrada. Tanto en el exterior como en el interior abundan las representaciones de elefantes. 



Una de las columnas está torcida, no se eleva verticalmente como las demás, circunstancia que permitió al arquitecto afirmar que "sólo Dios es perfecto". La entrada principal del templo, al que se accede descalzo, está precedida por una gran escalera. El enorme templo Chaumukha de Adinath está situado en una gran explanada, junto a varios pequeños templos, también jainistas. Vienen a ser capillas individuales que albergan en su interior la imagen de alguna deidad venerada por ellos. Están también construidos en mármol blanco, y a pesar de su pequeño tamaño tienen una gran riqueza en piedras labradas que forman bellos entramados tanto en el exterior como en el interior.